Wednesday 28 March 2012

El Abuelo


Cándido soldado del domingo,

En el letargo de tu querencia,

La austeridad brindó a los nietos su mejor banquete.

Se instauró la navidad

En la dulce fragancia de los muebles;

Y, por primera vez, temieron los bichos bolita,

En las yungas del patio,

Bajo la sombra de helechos gigantes.

Lábil al ímpetu del padre,

Anclado en el recorrido de tangos,

Acechado por estridencias de ferrocarril,

Sorprendido de acantilados.

Obediente y apostolado,

Su legado es silencioso,

Y su consejo confesión.

Una o dos veces

Soltó una mala palabra.

Murió.

Y recién ahí,

Volvió a prenderse un pucho,

Para no hacer escándalo.

Saturday 24 March 2012


Fútbol


Yo conozco el artista del humor desapasible,
y el grave, que en un mundo de soledad se encierra,
y el cargado de gloria que nunca está visible.
A mí me gusta el fútbol. Hay de todo en la tierra.


Nunca pude entenderme con esta gente extraña
que para oir su canto del canto se destierra.
A mí me gusta el bosque, la calle que no engaña,
la multitud, el fútbol... Todo es grato en la tierra.


Tuesday 20 March 2012

Haz lo que yo digo


            Queremos plantear una queja o decir algo.
Lo primero que salta a la vista de Alonso Carbonizado es que es un tipo muy sensible, y salta a la vista porque, una vez, decidió escribirse en una remera blanca “No soy sensible” en la parte de adelante y “No es cierto” en la de atrás. Entonces si lo pensó tanto algo de eso hay (1). También escribió, debajo de las leyendas que mencionamos recién, una suerte de disculpa por su mala caligrafía y por lo gastado de su marcador, y que quiso hacer una tipografía parecida a la Garamond Premier Pro (ésta), pero le salió una Comic Sans MS (ésta otra). Además, se dibujó una manga como si fuera una camisa a cuadros bastante elegante; en la otra puso varios números y dibujó un salamín y un queso y una cerveza; donde le quedó espacio libre, mandó frases sacadas de Wikiquote, y bien chiquito con birome escribió insultos.
                Otra cosa que salta a la vista pero no guarda tanta coherencia es que siempre lleve puestos los botines de fútbol 5. Una vez un amigo se preguntó –y a la vez nos preguntó-, cuando estábamos todos juntos en una ronda pero Alonso no estaba: “¿Porqué mierda Alonso siempre usa los botines?”. “No sé”. “No sé, che”, fuimos diciendo de a uno. Y había uno que no dijo nada, y sin querer todos lo miramos esperando que lo diga, que no sabía, y lo dijo.
Lo que cambia demasiado son los pantalones: pasó por todos los tipos de pantalones y al final dice que le gustan unos de lana de varios colores (pero predominan el negro y el violeta o fucsia). Y hace así: una semana usa los de lana, a la siguiente experimenta hasta el calzoncillismo y en la otra vuelve a los de lana. Se ríe y dice “ya sé…”.
                Tenemos una duda bastante grosera y es que no nos consta que se llame Alonso. Más bien sospechamos que Alonso es el apellido y que el nombre debe ser Miguel, Gustavo, Pablo, Joan, Gruntzio o Ríspides. No sospechamos ni de Hugo ni de Celedonio y esos, porque los usaría. Y Carbonizado sabemos que no se apellida, porque su viejo se llama  Galvanizado y tanta coincidencia no puede haber. Y además su abuela, aunque escabia duro, no es de las que le hubieran puesto el musical Galvanizado Carbonizado a su hijo.
                Todavía no sabemos bien bien cómo es físicamente; su física aspectal. Pero tiene forma parecida a todos nosotros y creemos que la misma cantidad de partes del cuerpo, así que calculamos que será más o menos como cualquiera agregándole alguna característica extra que sea suya sola. Pero esto nos pasa entre todos los amigos más alguno cualquiera que siempre está ahí. Porque te distraés charlando o si te cuentan algo, y tampoco le vas a pedir que se esté quieto para junarlo plenamente. Así que se supone que cada uno siempre es el mismo que viste ayer. Tenemos una fe vagamente ciega en eso.
                Eso sería lo básico. Después… no sé, hace algunas buenas imitaciones y varias pésimas y juega bien al fútbol, le gusta martillar cosas, se duerme parado si aprieta el sueño y escucha música. Y buen, le gustan mucho las mujeres (y también cuando era chico pasó por una adicción abismal al rinraje). Tampoco es que siempre, siempre usa los botines, pero siempre está enamorado o eso creía hasta que se enamoró.
                Y ahora viene la queja: Cuando se habla de alguien “sensible” o de “carácter” o “particular”, ¿Qué se quiere decir o señalar exactamente, que posee un carácter, que siente, que es él y no otro? Lo que es seguro es que cuando tildamos a alguien –incluso a uno mismo- como una persona de “carácter” o “particular” o “sensible” no es eso lo que estamos queriendo decir. Quien no se piense una persona “de carácter” que lo diga y le diremos que miente, que está “loco” o que si no se digna a adjetivar le vamos a dar una “paliza”. Esto vale para nosotros también y servirá de manifiesto en proyectos ulteriores. Es una verdadera pena que esta queja que es también un homenaje a nuestro chivo expiatorio Alonso Carbonizado revista la peculiaridad de ser semántica y no de algún otro tipo, como una queja simbólica, utópica, climatológica o al menos ibérica.

Otro que también estaba ahí: -Pero también es simbólica, boludo.

Yo (casi ofuscado, casi de fiesta): -Bueno, entonces todo esto no será más que un homenaje a Alonso Carbonizado; una mera descripción, quizás, de algunos de sus rasgos personales, casi todos ellos superficiales y que en nada nos dicen algo acerca de nada que tenga verdadero peso a la hora de conocer a alguien, carbonizado.

Un tercero que también estaba, de frac y muy prolijo, pero no le interesaba el asunto: -Nada has dicho acerca de los cánones.

El que se dio a conocer como Yo: -Por todo lo expuesto y nuestras sucesivas contradicciones, rayanas en lo estúpido, este documento pierde la validez ilusamente deseada y ahora pretende dejar una sola enseñanza (porque también nosotros somos gente “sentimental” -y contradictoria- y pensamos en mejorar muchos aspectos y anular otros y en ser felices y a veces en empeorar alguno de vez en cuando. ¿O acaso a alguien podría ocurrírsele que sólo nos dedicamos a hablarle a la gente acerca de Alonso Carbonizado, o sea, un amigo, y a contradecirnos?). Va: NO DEBE UNO ERIGIR ESE CANON IDIOTA a partir del cual las personas son “más que” o “menos que” o “así” o “asá”, “que pun”, “que pan”, y quelotro, queloses pejos, siempre mirando a ese extraño muñeco-ser humano modelo que no es nadie porque no existe o está hecho de cera y miedo. ¡Qué belleza!, nos hemos emocionado hasta la comezón y ahora nos vamos todos rascándonos algo hacía la casa de Un cuarto que también anda por acá y quiere irse.

El Gnomo Reznik, de la Filarmónica Cósmica, canta “la realidad no es una ciencia, para que intentes comprenderla”. Y aquí, aquí mismo detenemos nuestra verba.

Nos gustaría decir, en vez de “detenemos nuestra verba”, algo acerca de la “sin hueso” y que cómo le damos, pero los tiempos corren y las  candorosas muchachas otrora ingenuas y de tules van a pensar que queremos armar bolonqui o ronda de chistes verdes. Y entonces nosotros accederíamos y nos olvidaríamos inmediatamente de Alonso Carbonizado y los cánones. Pero no, porque ahora estamos LA-BU-RAN-DO.
               

ALGO MÁS: nos avergüenza nuestra propia mediocridad. Hubiéramos querido hacer algo mucho, mucho “mejor” y “más hermoso” con nuestras palabras (en cambio nos seguimos cagando en lo que dijimos de los cánones). Pero estamos juntos y, por aquello que nos avergüenza (la medioc…), nos olvidaremos de aquello que nos avergûenza. Ya suena Heroes, de Bowie, y hay cerveza. Hola.

LO ÚLTIMO: parece que el Cuarto que también andaba por allá es Alonso; estamos en su casa y nos dijo que él nunca se dibujo esa remera; que nos dijo veinte veces que la única remera que se dibujo fue una con la lengua Stone y se le perdió; que no habló durante la "asamblea" porque luchó hasta recién con un alfajor de maicena que se negaba a bajar. Y que está hinchado las pelotas de que lo jodan con el chistecito de la remera que dice “soy sensible” todo porque una vez vio una paloma aplastada en la calle y dijo “pobrecita”. Pero también dijo que le gusta ser el chivo expiatorio y que el homenaje lo llena de honra. Y que los botines los usa mucho porque en general no encuentra las demás cosas para ponerse en los pies.

(1) Enmienda: No. "Si lo pensó tanto algo de eso hay" no.
NOSOTROS -"Speculum speculum, ¿cuál era esa verdá que nos batiais?
SPECULUM: -"El mayor de los vicios es la ligereza. Todo lo que llega a la conciencia es justo".
NOSOTROS: -Ajá... Pues más que al nuestro, usté se está pareciendo mucho al reflejo de Oscar Wilde.
SPECULUM: -En tanto abunden y sigan naciendo cofradías de oscura calaña como la vuestra -aunque también las nobles e interesadas- no habrá exclusividad en el vidrio de los espejos; nos turnamos según nos necesiten, y si ayer observaba a un triste irlandés royéndose de pena en Reading, mañana quizás le haga muecas a Benedetti mientras se afeite o me toque, por fin, tenerla un ratito a ella de frente, mirandoseme tan bella y por irse a algún lugar.
NOSOTROS: Farsante. La cita la habéis choreado, no se hable más. Usté es tan espejo nuestro y de nadie más. Pero no nos ha ayudado con la enmienda; tendremos que arreglarnos solos. Rajad.
SPECULUM: -Bueno, che.
Pues, estábamos en el "No": el "tanto" es obra nuestra, y Alonso es de unas imágenes tan variadas y a veces tan de sustitución de importaciones que mandarnos la parte con algo así es de gil y corajudo.

Monday 19 March 2012


En junio del 96 plomo oscuro el cansancio poco del buen presente reunidos luego sin vuelvo sudor frente en fútbol.
(En junio del 96 hubo una noche en que la alegría colectiva fue tanta que al día siguiente no se registraron bajas o ausencias en ninguna planilla de oficina, ceño de almacenero ni picaboletos de polo aduanero en todo el territorio del país.)

Mucho tuvo que ver en todo ésto el genio rapaz e impertinente de Horacio Benidorm, hombre de mirada impasible y acotado de palabras, fino conductor de colectivos y endiablado coleccionista de objetos fileteados (su gran misión, o algo de ella -sentía-, la encontraba bien cerca de los anacronismos perfectos; cosa inexistente, pero improbable).    

Felino desterrado y sin noticias su impenetrable, en sueños vuelve a la querencia.
(Raudamente y no sin vergüenza: bajo, enjuto, trigueño, mentón breve, fibroso y de gesto aletargado; pelo color el humus, paso rápido y con algo de puma en el acecho y las certidumbres.)

Entre sus cometidos notables, siempre habrá que incluir el teje y maneje elaborado con paciencia y pericia de tramoyista profesional para convertirse, a los veintinueve años, en chofer de la línea 93, lo cual le equivalía a terminar su día de trabajo a siete cuadras de su casa, en el barrio de Munro, con kiosco de por medio -laureado como poseedor de las mejores aceitunas en salmuera de que se haya tenido noticia hasta la fecha-; y Benidorm comía aceitunas como una vaca masca pasto; ya en su casa, ya en el colectivo, donde supo instalar un compartimiento de madera a veinte centímetros del volante azul; un canastito de pino que, cuando se atrasaba el proveedor, llenaba de cuando en vez con maní chino, sin quejarse. 

Porque cruzaba a diario el cerebelo de la Capital Federal y observaba a las gentes de su colectivo, sus cadalsos matutinos, el caucho caliente llegando rápido de la nariz a las ideas y a la esperanza; porque recordaba -como quien mira un fósil- una temporada prosternado y confundiéndose la piel con las telas de su ropa de cama, olvidando palabras y sucediendo imágenes mentales como un tren de plomo cansado e impedido de parar; porque susurraba y, tal vez, era susurrado, Benidorm se sabía habitado de un poderoso desenfreno azucarado que desde hacía algunos años respiraba medio dormido en sus días y en sus noches. Cuando pudo, cuando lo dejaron y justo quiso, fue instrumento de un digamos milagro, de un digamos regalo del que nadie cristalizó teoría ni reojo, tal fue el sabor.

Hasta el árbol ida y vuelta... Ya!
(La estadía familiar de tres años en Londres, Catamarca, cuando apenas caminaba, le dejó regalos: la compostura de su cara después de hundirla en el agua helada de una acequia; la fatiga de las nueve de la noche por haber corrido mucho y sin motivo; un bienestar respiratorio seco, muy pausado; horizontes recortados por titanes oscuros y callados), y un primer encuentro con las aceitunas, cuando, con descaro y costumbre, se llevó a la boca el óvalo verde, chico y brillante de los muchos que rondaban los alrededores de su casa formando casi alfombras persas donde uno podía masajearse los pies descalzos y declarar batallas abriendo el fuego con un justo al ojo. Entonces la carne y el jugo -primero el carozo, una mueca de sorpresa, acritud y cosquillas en los cachetes; después sabor, vigor y escupitajo- supieron en su boca como nunca supo nada. De ahí en más, las comió y fue su protector, su fanático y su promotor a grito calado. Tantas había, tan propio y secreto le era el goce, que no tuvo porqué ocultarlo.  (...)
2011

Sunday 18 March 2012

Demodotalqueunavezdicho

       Llovió tanto que la calle no está; la cubre un agua marrón espejada que lleva palos y hojas desde la derecha hacia la izquierda de mi casa, según su frente. El cielo revienta, al fondo, en un rosa o salmón furioso que ya palidece, como el día, hasta lograr un celeste donde se puede descansar la vista. Un poco más arriba, las nubes grises entristecen el panorama, que por lo demás, en un rato va a ser negro plomo; si limpia, si se vacía la calle y los palos, las hojas mojadas, se aquietan por hoy.
       Los árboles entumecidos perdieron color y densidad. Sólo se distingue su contorno movido por el viento que recorta el cielo callado; después son como una placa oscura y sin profundidad, negra a la vista que cruza de una a otra a vereda.
               
     Una Hecho en Buenos Aires, año 6, nº 78, febrero de 2007; encima suyo un vaso de agua que transpira y la moja y le dibuja un contorno húmedo en su anverso; un cenicero de hierro, dos puchos apagados dentro; un lápiz negro; una birome roja; un espejito con marco de plástico; una lámpara de escritorio que descansa sobre un posa lámparas de hilo; papeles recortados; un libro de Erich Fromm que no me pertenece; un Adán Buenosaiyres, Seix Barral, junio de 2011; un pedazo de crayón y un encendedor, ambos naranjas, sobre el escritorio de madera. Ya es de noche.

        La lluvia torrencial, acortinada, que cayó como cuchillos durante toda la tarde no hizo disminuir más que un poco la temperatura: de treinta y dos a veintiocho grados. La humedad es la misma. El único que se alza con encono y revuelve el éter mecánicamente para refrescarme siquiera con aire templado es el ventilador de techo que no perdió su potencia, a pesar de todo. Lo mecánico o eléctrico va perdiendo su potencia, contra toda propaganda y prospecto que dictamina lo contrario, u omite toda referencia al palidecer de los aparatos eléctricos o mecánicos. Como los días o las caras o las revistas y los boletos de tren, palidecen. Algunas no, es verdad. Hay las caras y revistas que encienden y se encienden y mirarlas o leerlas fabrica chalecos de lana para el pecho en julio. Es decir que uno se olvida de pensar sonríe y vive. Es decir que los paisajes industriales que puedan aparecer en Avellaneda o en una fotografía de algún lugar en Estados Unidos tienen gracia y un porqué. Aunque… las revistas podrían ser broches en la soga que es las caras. Hay las caras. Qué tranquilidad.   

Friday 16 March 2012

Wednesday 14 March 2012


Una chica camina, desahuciada,
y la tristeza cala en sus ojos su mejor pureza.
Se parece a la permanencia,
y las cosas la rozan como centellas.
Su pretendiente, un importante,
se dió en esperado vigor.
Reina, flaquita, linda como un buen amigo,
llega a la plaza y se sienta bajo el gran árbol.
Prende un pucho y silva un tanguito,
lo inventa, se recuerda riendo, por un momento.
Despacha un gemido trémulo, ahogado,
y avistando un perro se desata un puchero.
Pensará en el nuevo desencuentro,
o no, no debe estar pensando en nada.
Sólo da fe de su lamento.

Sunday 11 March 2012

Saturday 10 March 2012

Friday 9 March 2012

Wednesday 7 March 2012


(...)
Después, voy a caminar la lluvia como tantas otras noches, y en cualquier umbral voy a detenerme a respirarla, sopesarla como la parte más mía de todo este entramado casual y necesario llamado ciudad. Por ejemplo este recodo verde, con zaguán, donde un farolito me aporta calor y pareciera inmune en su obediencia a los usos de esta llamada época; porque, en silencio, guarda la santa costumbre de la hospitalidad sin credenciales, y me recibe igual que ayer a dos amantes desesperados después de sus tareas (ella coloreó con los dedos el cuaderno de su cara; alguien se desangró plácidamente en su saliva, permitiéndose ambos que las medias absorbieran el agua de un charco que los conminaba a un próximo, suave, comentado resfrío). Por la confianza que nos une, voy a dejar que me moje la cara y las entrañas. Apenas un rato después del regorjitar de las gotas en lo árboles desnudos, como grillos charlando en los arbustos, me iré a casa. Ni pienso tomar el asqueroso subte. (...) 


Plop. Plop. Llueve. Tanto va el cántaro a la fuente. (...)





Monday 5 March 2012

aunque su nombre
se pronunciaba con hondos perfumes
mas no por hambre
sino por manifestación (o juego)
o porque el amor clama un terreno
fui el primero en plantar
con la tarde de altar
en un manojo de tierra
verdad
¡y ni la noche la ahogaba!
dejé un movimiento
una circunstancia esbelta
de gesto vivo
y dulce esencia
para que sea suya la flor
y sea eterna