Era una muchacha encantadora, una naturaleza amable, casi hecha a propósito para que una melancolía como la mía pudiese hallar su única alegría extasiándose ante ella. Se me apareció realmente agraciada la primera vez que la vi: agraciada en su abandono, era conmovedora en el sentido noble de la palabra, no sin cierta sublimidad en el último momento de la separación. Infantil desde el principio hasta el fin, y a pesar de su pícara cabecita, siempre encontré en ella una cosa que suscita en mí un elogio eterno: silencio e interioridad. Y tenía un poder: una mirada adoradora, cuando suplicaba algo, que habría podido conmover hasta las piedras. Habría sido una bienaventuranza el haber podido llenar su vida de embeleso, una felicidad el ver su indescriptible felicidad.
Sören Kierkegaard sobre Regina Olsen
A nosotros nos dejaba mirar su
corazón, que era el más hermoso que ha latido en este mundo.
Ana Magdalena Bach sobre J.S. Bach