Friday, 2 July 2010

Disposición a la charla

Preciso, tierno acecho; descendamos al estado de oscura latencia donde, retirados en un vergel acompasado por cuerdas brumosas, podamos conversar. Huele tanto a madera, y a la meditación del roce ligero. Las nubes se agitan y hacen cabriolas enseñando el único modo de descubrir la noche. Entonces, blanca, afable, desvaída va la inadvertida luna.
Hoy el tiempo impuso su calma rigurosa y -en el aplomo de la certidumbre- las palabras sestean en la hierba, prestas a su eterno oficio de desmayo en las cornisas del espíritu, las lajas húmedas -muros níveos de la escasa formulación-. Menguantes cuando las comisuras guardan verdades elementales como el rudimento de tu voz; tu preciso, tierno acecho.