Tuesday 10 April 2012

En el culmen de mi carrera llega el cáncer. Y te digo:
me lo vi venir (no podría haber sido de otra manera).

Hasta hace tan poco estuve durmiendo, no estuvo mal,
pero cuando llega, una locura, es como un coro que place.
Ahí; como que te levanta; cada vez más. Y menciono a lo
otro porque sin joda estuvo bueno -está bueno-, construirse,
desde lo más lejano que es uno. ¿Que qué soy?
Una oportunidad, una insinuación, un banana, hecho
y derecho, con pilas de intuición y el típico cagazo
que incomoda, y afortunadamente tuyo, de raiz,
y te sentí néctar. Días, noches enteras, celebrándote,
bacanal, de guardia y a gusto.

Me río porque parece increíble ese porvenir impetuoso
con su después de todo claridad, señales, luz,
pero presa ágil, otoñal, hija de puta.
Como todavía no me duele mucho me doy algunos lujos,
fumo, sigo en la mía. Ya veremos. Algunos dicen que ya
me va a fajar, y que todo va a quedar en el repertorio
de la teoría, como una perla para sí misma. Veremos.
Me he presentado en sociedad. ¿No? Ni me quejo. Mezclé
todo, quedó bueno, y de algún modo zafé del eclecticismo.
Espectacular. ¿Decime cuántos? Ves que tengo miedo.
Y no tengo paz. Soy influenciable por la música, y proclamo
al instante, me tienta el vacío, el hambre, el sueño, el frío,
el cáncer, y tengo un giro más a mi favor, va, va, habilita.
Caigo; y giro. Algo muere, y el otro se levanta. Está bueno
estar vivo. Bárbaro.