En agosto me arrancaste de las sábanas con un llamado a media mañana que no llegué a atender. Era sábado y me había levantado con la misma idea que arrastraba desde hacía dos semanas: cortar el pasto. La última vez tuve que salir con botas de goma, porque el perro andaba atontado y me pareció que podía haber víboras entre la maleza que le hubieran picado. Tan largo lo tenía.
Cuando llegaste dijiste que no, no estaba tan largo. Y era cierto; las botas fueron para probarlas, por que a esa altura ya me iba. Tres días y me iba. Vos acomodaste tus herramientas y trabajabas en silencio un alambre inolvidablemente largo y fino. Silbabas variaciones improvisadas sobre dos o tres notas que me hacían acordar a la compota de peras o a un cuadro con peras; yo me la pasé escuchándote hasta que terminaste con un grito de cotorra bastante agudo, suave, casi inaudible. Yo aplaudí de pie.
-En tres días salgo, bondi, tren, tren, bondi, dedo y llego. Vos después, y yo te espero en la ruta y Marineros. Dos kilómetros y Lauregui nos hace el pase de posta de la llave y el telescopio porque no lo deja sólo nunca. Un espectáculo nocturno.
-Sí, y le pintamos el techo de blanco. Le dije que vamos a andar con tiempo. Aunque no voy a llevar despertador, y podemos pintar de noche. Yo estoy lista, todo listo, compré galletas de arroz, jamón, palmertias y yerba, y hoy me llevo las botas de goma.
-¿Galletas de arroz? Te usé las botas; pensé que me las dabas.
-Si a vos no te quedan. Sí, galletas de arroz.
-Me las probé nada más.
-Lauregui nos deja un auto viejo, muy viejo y negro. Resulta que cuida tres o cuatro y anda como perro con dos colas mirándolos de arriba y de abajo; "me siento en un fardo y los miro, los dibujo y paseo cada tanto".
-Hermoso, podemos salir de noche con el telescopio y meternos campo adentro, todo oscuro, campera y bufanda y dormimos en el auto. Anoche soñé que se me congelaba la barba y me ponías agua tibia con limón para recuperarla. ¿Llevas campera?
Y te dije (y vos te reíste como un sí, atrás de una pinza y la trama de tu pelo): -Si, al llegar, le ganamos al frío, voy a quemar las naves.
Y después vino la playa. Pero entonces ya era verano, y lo del medio es pura miga de memoria.
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