Tenía una dimensión de repuesto guardada en su faltriquera. Para que no se le rompiera la había envuelto en pañuelos; le había plantado geranios, a falta de buen abono, con tierra de
un hormiguero. Un día despertó, todo había mudado, los cambios eran cortes, los pausas eran muertes, los cielos eran toldos, los sueños eran actos.