transurren las horas del lago
el cerro madura en su quietud con la guarda solar
en el crepúsculo
es la compañía del perro
o el pobre que busca el último abrigo
en la noche tirita de atrocidad
y si la luna
se añora hasta a lo inminente
la dama se ovilla
conmovida al ansia del macho
su beso vuela a saciarlo
y de esa misma fuerza crecen los pastos:
de lo estrictamente propicio al frío