Wednesday 10 December 2014

Hace dos días volví a entrar, después de una larga ausencia, a mi casa de Valparaíso. Grandes grietas herían las paredes. Los cristales hechos añicos formaban un doloroso tapiz sobre el piso de las habitaciones. Los relojes, también desde el suelo, marcaban tercamente la hora del terremoto. Cuántas cosas bellas ahora barridas con una escoba; cuántos objetos raros que la sacudida de la tierra transformó en basura. Debemos limpiar, ordenar y comenzar de nuevo. Cuesta encontrar el papel en medio del desbarajuste; y luego es difícil hallar los pensamientos. Mis últimos trabajos fueron una traducción de Romeo y Julieta y un largo poema de amor en ritmos anticuados, poema que quedó inconcluso. Vamos, poema de amor, levántate de entre los vidrios rotos, que ha llegado la hora de cantar. Ayúdame, poema de amor, a restablecer la integridad, a cantar sobre el dolor. Es verdad que el mundo no se limpia de guerra, no se lava de sangre, no se corrige del odio. Es verdad. Pero es igualmente verdad que nos acercamos a una evidencia: los violentos se reflejan en el espejo del mundo y su rostro no es hermoso ni para ellos mismos. Y sigo creyendo en la posibilidad del amor. Tengo la certidumbre del entendimiento entre los seres humanos, logrado sobre los dolores, sobre la sangre y sobre los cristales quebrados. P. Neruda

Friday 10 January 2014

el tiempo,
infalible,
todo lo destruye.

el hombre,
animal de costumbre,
se engaña:

el tiempo
infalible,
todo lo cura.

Wednesday 1 January 2014


   Soy el inventor de los ensueños en lo más alto del invierno y la noche del estío. Trabajo en mi galpón de nubes sobre un nuevo fondo de los alimentos. Una cebolla, por caso: a medida que sea ingerida se irá incorporando una historia, un libro, una leyenda. Uno termina de comer la cebolla y ha leído una novela de Dostoievski; una moneda de chocolate, un cuento de Isidoro Blaisten. Un racimo de uvas, la Batracomiomaquia; un choripán, El Entenado de Saer; un tomate, Drácula; un caldo de verduras, El Otoño del Patriarca; un mango, Capitanes de la Arena; cerezas, Dice que no sabe de Pizarnik; piñones, Sueño de una noche de verano o alguna comedia de Aristófanes, no me resuelvo todavía. Cualquier banquete, por frugal que sea, importará amor límpido, resumen, con sus adelgazamientos, de la historia de la literatura. Apostaría que es igual más allá de Greenwich, aunque la niebla no me lo deje ver y al empirismo le piquen las orejas.


 Cátulo Anselmini, "La Información"