1- Mi posta -señora del bolso de cuero y pelo con forma de boina- vive en Astolfi. Por lo menos se sube en Astolfi, según lo conversado en nuestra mutua admisión, hace dos años. La de Élica -Señor ameno, camisas manga corta, pelo acortinado- sube en San Miguel, y siempre se encarga de obsequiarnos con un gesto amistoso; un “qué tal”, “hasta luego”.
2- Tanta nuestra suerte, tanto nos
cuida esta vida, que sin conocerse, nuestras postas bajan de sus asientos
contiguos justo donde subimos nosotros (no sabemos quién se sienta junto a la
Señora desde Astolfi hasta San Miguel). Así que Élica y yo no somos novedad y
no sabés cuánto nos alegra.
3- Nuestro viaje es hasta Retiro, por
lo que un poco soñamos con que también somos postas dadivosas, con sus caras de
pacto llevado a buen puerto y cordial admisión mutua, mientras disfrutamos.
4- Hay algunas caras y piernas tan
cansadas viajando de pie que más de una vez hubiésemos cedido, pero es tal la
prohibición que pesa en este sentido, fueron necesarias tanta tinta,
jurisprudencia y café para llegar a esta modalidad ultracivlilizada que quien
prima en nosotros, a este respecto, es cierto temor; a las miradas abundantes,
al dedo acosador de retrogradía y falso heroísmo (pero ¿por qué, por qué falso?
5- Sus caras y sus piernas lucen
cansados. Sueñan con su posta en Muñiz, en Palomar, en Lona Verde; se los ve
(hace tanto, hace siempre) tan risueños imaginando su primer pase de posta,
sentándose en Su asiento por vez primera, perfumados y con un diario de
festejo, que uno, sentado, duermevela, los ve desesperar.
6- Aunque Joe no desespera. Tal es nuestro amigo Joe. En todo
caso objetiva su desesperación: desespera con los dientes el tanque de la
birome y desespera los cigarrillos aplastados entre sus labios, eso siempre. De
suerte tal que Joe -nuestro amigo vaca- nunca ha claudicado.
7- Es tan bueno tenerlo en nuestro vagón para conversar y
reírnos todos juntos. Él, que hace hasta Chacarita de pie con un talante
miserable, envidiable, grandioso y hasta el sarcasmo justo. Qué justo es su
sarcasmo.
8- Una vez la chica que tiene sida y pide monedas lo vio sonreír
estoicamente y se puso a llorar; entonces a Joe se le torció la boca y también
lloró. Élica lagrimeó bastante y a mí se me ablandaron los labios y la lengua.
9- Cuando no conversamos, con Élica le convidamos uno o dos de
nuestros respectivos auriculares y juntos escuchamos a Jimi Hendrix en la radio
o los chistes de la mañana.
10- El día menos pensado, Joe, pactarás con tu posta y viajarás
sentado.
11- Tememos que Joe tema, que tenga miedo de no saber cómo se
viaja sentado o que piense que se viaja de alguna manera. Cómo enseñarle a Joe
que no hay nada para aprender, que es sentarse y ya.
12- Joe: A Élica y a mí nos da tanta vergüenza, a veces, viajar
sentados a tu lado y vos ahí, Joe Garza con Mochila, Joe Perro en la Noche, Joe
Tu Pulso Antiguo. Incluso a veces los fines de semana, cuando nos emborrachamos
todos juntos sentados o de pie, es como si un cuervo volara la habitación y con
sus círculos describiera tu curiosa y estúpida estadía de hamster al que ya le
contaron la martingala de la rueda.
13- Entonces, pensamos, quizás, ya no sea nuestro ejemplo.
Quizás Joe el Pelícano ha desesperado; desesperó el segundo día que viajó de
pie, y esperar entre el silencio o las bromas es su blanca manera de no esperar
nada; y quienes lo queremos y rodeamos tratamos con una gallina hace tiempo
acéfala, ante todo cordial y buena gallina. Corre, está diríase que viva, mas
su cabeza hierve en una morocha, pues esa noche habrá puchero.
14- Lo más conveniente sería que entre todos juntemos unos meses
y le regalemos una motito, cupones de nafta y un casco estilo meteoro (No! Le
daré mi asiento, malditos burócratas hasta del no estar, ¿acaso no ven que
queremos viajar todos juntos, que incluso Nora, Juan y Márgara viajan parados
en otros vagones, que si bien nunca es tarde, o por eso mismo, el asiento para
Joe, para todos y Joe como su delegado, es nuestro asunto y con urgencia, que
Joe no hallará poesía en viajar parado de por vida, y aunque después disfrute
del mate en su casa y olvide lo del tren, aunque ame su trabajo pero mucho más
si lo detesta, nuestra flaca actitud va dejando un rasguño de injusticia en
todas las cosas?).