El Poema Mineral:

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Considera que soy de un granito de fácil humedad, terco para secar, que no me dejo y no me dejan.

Piedra ocupada en dejar entrar los cauces.

De una fragancia adquirida, o difìcil de descubrir, más bien hecha de las fragancias de quienes en mí toman el sol, o juegan a tirarme lejos, al agua, dándome de tomar, más una recina que sobre mí cayó del Árbol.

O de esa flor que crece de mis grietas, rosa de afuera, amarilla en el centro.

En el acantilado, cerca del mar; en los bañados, tierra adentro, me olvido de llevarme algunas veces, queriendo parecer almácigo de un frutal, pero, digo, piedra está bien, piedra es constante. Me acuerdo con cariño de que el aire también da de tomar.

Yo busco un almendral, piedra organizada, que dormita de pie y hoy no convida en mis fiestas de guardar. La fiesta del día, la fiesta de la noche, que, guijarro verde, miro quedo en la sombra.

O busco un pájaro que quiera descansar; que me cuente aquello de volar. También puedo volar. "

El poema mineral:

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Agotarte es raspar mis uñas en las rocas.

Recrearte es la fuerza que llena mis horas de verbos amarillos; hoy no sé de los agujeros en mis pantalones.

Qué puedo ser sino hacerte de palabras, como un mendigo, o un cuatrero, con tus cosas de este mundo.

Tierna y áspera y noble, la tarea, de ladrón empecinado.

Ola fragante, la candidés de tus nudos entreabiertos exhuda la resina que nos va a cicatricar.

El tiempo de la espera: las edades minerales guardan horas secretas, arena de mañana.

Lavamen, purificación próxima a nuestro fundimiento, agotarte y recrearte es la misma cosa.

Las mismas manos que, sin embargo, no te tocan. "

H.

Agathis robusta (o árbol de cristal); por la lágrimas de resina que exhuda además de un perfume característico.