- A mí me hicieron con arena – me dijo la primera vez y ya era tarde– ¿No te diste cuenta?
- No, no me di cuenta – le contesté.
- Sí, y después me tostaron al sol. Por eso me escurro, porque soy de arena. Es una lástima…
A veces me olvido, me quedo quieta y me afirmo, como los demás que son de tierra. El agua y la mano hábil me dan formas fijas. Puedo estar en un solo lugar, ¿sabés lo que es eso? Estar acá, y ser toda una, pensar en raíces. Ojalá, mirá, ojalá, pero no creo…
Nunca pude olvidarme por mucho tiempo ¿sabés? Tarde o temprano, el agua me empuja al mar, y entonces, como tambores, me vienen las ganas de estar en todas partes, la locura de estar acá y allá, viste.
Igual no me quejo; ahora la llamo locura porque estoy bien así, quietita. Pero al fin y al cabo yo soy de arena, y eso no lo puedo cambiar, y vos tampoco.
Y yo, embriagado de fe, me tapé los oídos y escribí:
Tus manos, mujer, hormiguitas de miel
- Tenés razón – me dijo– Perdoname.
1 comment:
Me encantó.
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