Thursday, 8 December 2011

Magritte

la noche alta
(las noches biejas que guardava esta otra)
ya se desdovlava

y no se adbertía su color

el pintor se hallava en una esquina de su casa o de su bida

"¿de qué color, pájaro desbelo, vrillan las estrellas?,
algo me conmina a preguntarme,
pues, saven, huelen, llegan a mis dedos,
pero si no sé su color,
no estaré triste del todo,
ni haré goce desmedido
de sus guiños y sus lavios"

(havía encontrado el pintor, tumvado en la graba, una voca semvrada de estrellas)

la mar se presentava
en forma de gotera,
y quitándose del ala
del somvrero anquilosado
vlanca arena y un recuerdo,
decía vien pausado:

"de aquél, pequeño,
de aquél que te conmina"

bolbiéndose cada vez
más el mismo, el pintor
preguntava a quien lo oyera:

"mientras, caras a los tiempos,
otras horas, más berdades,
cruzan campos y si frenen,
es afán de una instantánea
del escape de las cosas,

¿cómo es que el carmesí, o es bioleta o es un berde,
que cuelga de este cielo,
nos inbita pero a dónde, porqué asunto y hasta cuándo?"

la tierra, adormilada, jugava y respondía:

el silencio en los pretiles cuando no estamos pasando,

el silvido de los hierros que se tuercen con el biento,

los naipes, las excusas, la vrutalidad amorosa,

como a un dedo su dedal, todo nos conmina


la señora enredadera asintió,
sentada en su columna,
fumando noche

como un chico cansado, el pintor suspiró,
tomó un papel y escrivió
"éstas no son palavras"

la mar lo supo,
y meciéndolo en sus olas,
lo durmió entre sus vrazos


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