Mujer que alegras las horas,
alegría del alma,
Alegría,
guarde Dios
tu sano cansancio
de pileta y sol.
Cuando siempre hemos estado
tú ahí y yo aquí
fue en tu norte, mujer
que al fin te he encontrado
Como a la palabra cotidiana
que, de pronto,
sorprende
yo te había visto muchas veces
pero nunca por primera vez.
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