5 hours ago
Thursday, 25 April 2013
Tuesday, 23 April 2013
Sunday, 21 April 2013
Antes no pasaba
“Hola, ¿Tío? Cómo andás Tío, estoy en un tren, en Capital. ¿Vos bien? Bien, Tío, te escucho más o menos, recién salgo. Bueno, bueno, me alegro, sí. Mañana vuelvo a Navarro. Che, escuchame una cosa, Tío, ¿viste mi casa, en Navarro? Todos bien, Tío, sí gracias a Dios. ¿Allá? Bueno, qué lindo che, qué bueno. Sí, escuchá, ¿viste mi casa? Lo que pasó, un mal trago, Tío, estuvo faltando plata en mi casa, y el dvd, ya van dos o tres veces. Hablé con Carlos ayer, está bien Carlitos, me dijo que ayer quisieron entrar otra vez, que justo Paula se estaba bañando y escuchó el ruido en la ventana y del susto y la angustia se quedó paralizada, pero llegó a cerrar la ventanita y los pendejos al final salieron cagando. Sí, rajaron cagando. Sí, ya sabemos quiénes son, los pendejos de mierda. Pobre Paulita, además. Che, te quería decir, llamó a la policía como a la hora pero llegaron y al pedo, viste, el tramiterío. Y Paula una angustia, sola estaba. Yo estoy llegando mañana y parece que el comisario se enteró y quiere hablar conmigo, viste. Ya sabemos cómo es, Tío. Y claro, ya estamos cansados, ni podés bañarte tranquilo. No llegan ni a los quince años, borregos de mierda. Claro, son ellos, los hijos de Aldo. Y es así, al final esta gente es así. Nada importante, che, nos faltó una plata dos o tres veces. Pero bueno, te quería decir, los pendejos estos son los de atrás de tu casa viste. Los de Aldo, claro, habían ayudado a tu mujer con el traslado de los escombros, viste, ¿te acordás? La ingratitud de esta gente, Tío, no tiene goyete. Esos. Se me ocurrió, estamos cansados, che, pendejos de mierda, el tema del tinglado, el tuyo, ¿seguís con eso? Sí, bueno. ¿No me harías esto? Sería así. Claro, borracho de mierda, Aldo, en su perra vida terminó un trabajo, todo a medias, Tío, ya sabemos. Jajaja, ni que le digas, Tío, un desastre, ya sabemos. Con Irene estamos resueltos, viste, se acabó la caridad, viejo. El piso de la galería se nos inunda cada vez que llueve un rato; un desastre como trabaja. En el cumpleañós de Celina no bajaron la música ni diez minutos, toda la santa tarde escuchando su música de mierda. Jajaja, y bueno, Tío, son así. Totalmente, mirá si iba a pasar esto cuando vivía Papá, los Tielles de vecinos, una tranquilidad... vivíamos en su casa o ellos en la nuestra, si vos te debés acordar mejor. Pero yo no cedo más, viste. Los saludas, sos educado y te devuelven con un afano, negros de mierda. Claro, Tío, para vivir con el culo en la mano, con el miedo de que tus propios vecinos. Mirá, por eso, a mí se me agotó la paciencia. Quiero irme a trabajar tranquilo, sin tener que pensar que Paula... Y claro, sabés las ganas que tengo de que se rajen. Pero no se van a ir, che, nunca más, los tres hermanos, ya sabemos... y sus minas y sus hijos y los hijos de sus hijos, las tías, la abuela y la puta que los pario. Jajaja, claro, Tío, es un hormiguero. Bueno, claro, por eso, por eso mismo, sabés el susto que se pegó Paulita, escuchame, no se puede. Che, por eso, es así: había pensado, mañana los tres pendejos van a trabajar en tu casa, me dijo Celina, viste. Van a hacer un poco los jardines y van a estar a la tarde. Ni que lo digas, yo no sé por qué los llama. Seguro van borrachos, si son así todo el día. Y bueno, Tío, y bueno, de tal palo... Mirá si cuando en la época de Papá iba a pasar algo así, era una pintura el barrio, los vecinos. Decile a tu mujer que los mande a la manga, qué se yo, a limpiar la manga, a la tarde, a las cuatro, por ejemplo, y después que limpien todo el tinglado. Yo ya hablé con Cespedes, que los mande a limpiar el martillo hidráulico, que ajusten o limpien cualquier cosa, no importa, un rato dándole vueltas al martillo. Y Cespedes se va a ocupar, ¿sí?, bueno, bueno, bueno, Tío. Así terminamos viste, porque a la primera de cambio caen con un arma y se pudre todo, entendés. Imaginate. ¿Podremos hacer así? No sabes, no sabés Tío cuánto te lo voy a agradecer. Ya sé que vos sabés. Y Cespedes va a estar, claro. Bueno después hablamos más tranquilos pero vos me dejás tranquilo entonces que ya no joden más, viste, con que agarre a uno. Mañana con el comisario hablo yo, él me llama, si está al tanto. Después la mando a Celina, a que pida de buen modo el dvd, viste, a su casa, que entiendan un poco. Y bueno, viste, es durísimo, está muy, muy duro. Yo quiero vivir tranquilo Tío, claro. Me alegro que estés bien. Allá está bellísimo, pasas por el tinglado y pasás por casa Tío, claro, cuando quieras. Bueno, ¿no habrá problema?, bueno, bueno. Tenemos que vernos, Tío, juntémonos, no nos durmamos otra vez.. Dale. Bueno vos me chiflás cualquier cosa mañana, eh. Te mando un abrazo y tenemos que vernos.”
Tuesday, 16 April 2013
Thursday, 11 April 2013
Tuesday, 9 April 2013
Sunday, 7 April 2013
Julio (Duermevela)
El frío de la última semana lo había
conminado a una lectura severa y retrospectiva de diversos autores que asentían,
callados, a su pálido resumen de noticias antiguas y brillosas de uso. Jugaba,
ahora, con los labios cortados por la helada que ya se había ido, trayendo a
cambio, de golpe, la brisa templada, fragante, que entraba por la ventana de
vidrio esmerilado; aquella que tanto había odiado a pesar suyo, por no odiar
otras cosas.
Lo grosero de su estado, la llaneza
de su lividez vuelta habitual los últimos meses nunca fueron impedimento para
recibir la visita de Diego Galloso. Al
contrario. Diego y él, habitantes potenciales del Municipio de Miraflores, bien
podían relamerse en cualquiera de las minucias, recientes o no, que, por sobre
otras, arrastraban; ahogarlas en yerba o en ceniza, dibujarles cejas abultadas
o suponer que eran asunto de niños mal hadados. Jugaban al gran juego del desencanto hasta que, puliéndoles aristas
y cansando las palabras, hacían de sus penas una discreta, redonda, casi
tangible y única pena. Cuánto podía parecerse entonces todo eso a la felicidad,
si la meta estaba, dicen, en el ruta.
Ese día Diego Galloso no fue. Tanto
el mismo frío, tanto la misma conminación, que no se enteró de la brisa en su
balcón y del solcito terciopelo. O, bien percatado de ellos, también dejó que
hicieran nido en sus ganas, por lo que hubo de quedarse en su casa y aguardar
la llegada de sus propios talismanes.
El mío, en tanto, resultó ser una
carta, una esquelita en tinta azul inserta en el buzón de lata que nunca dejé
de revisar con periodicidad dispar pero constante, como presintiendo que por
ese lado iba a soplar el viento del cambio.
La encontré asomando de la ranura
del buzón, cuando volvía de comprar el pan. Sin remitente, sin particularidad
alguna. Entonces hice mate y esperé diez o quince minutos con la carta delante
mío, saboreando en silencio el dulce rédito que toca a quien ha sido
escrito.
Fue la más hermosa que hube de
recibir hasta entonces. Fue, además, la única:
"Estás
muy vivo, ahí sentado. Tus ojos son dos culebritas, por eso te digo, hermano. Pasa por casa, subí a mi
cuarto, abrí el cajón grande del escritorio y sacá un sobre de papel madera con
mapas. Hay como ciento cincuenta; llevate el único manuscrito, que tiene dos
cruces bordó y un arroyo ancho que pasa por el margen izquierdo y se mete para
adentro casi arriba. La cruz de abajo es la ruta y Marineros, la de arriba es
mi invitación. No tiene nombre. Yo voy a estar terminando unos trabajitos de
pintura; después salgo unos meses; un trabajo en otro lado... Llevá abrigo, no
te mires el ombligo todo el día y no te pierdas las noches despejadas".
Dije Cano, Canito, y de contento lo
insulté. Juré - y sigo jurando- llevarle un día a Comodoro Py el incunable 16
rpp "Rantifusa" de Solivantares a dúo
con Roberto Grela, del 49. Joya de obsequio para este amigo que, el día que lo
conocí, purgaba de cera sus oídos con un cono de papel prendido fuego metido en
la oreja, parado solo en el pasillo de Instrucción 50.
Sé por su señora que en el mueble
del comedor cuelga el banderín de Excursionistas que econtré en un puesto de
diarios, por Tribunales, la vez que casi suben.
Guarde el papel en el sobre. Pensé
en ella casi queriendo pensar en ella, pero no supe, no entendía, si primero
estaba ella o el querer pensar en ella; como grosellas que gustan a la memoria
casi más que a la lengua obediente. Pensé en ella porque sí. Porque me hallaba
dócil, dadivoso y barbudo. Yo la invito, me dije. "Siempre durmiendo en
el barro y pensando en una flor... charín, charán...".
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